martes, 21 de febrero de 2017

Trump apuesta por la continuidad

Mike Pence & Donald Tusk
A finales del pasado mes de enero, Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, alertaba a los líderes de los 27 países de la UE (salvo Gran Bretaña) de cómo Donald Trump y EE.UU podían convertirse en una "amenaza para la UE". El polaco Tusk, en base a las declaraciones del presidente Trump, auguraba pues un futuro "impredecible". En un tono sumamente alarmista, Tusk iba incluso más allá aseverando que Trump "parece poner en cuestión los últimos setenta años de la política de Exteriores norteamericana". (1)
 
Lo cierto es que el polémico nuevo gobierno estadounidense, con Donald Trump al frente, no ha tardado siquiera un mes en demostrar el cariz continuista de la política exterior estadounidense.

Desde la recurrente agresión rusa, pasando por el omnipresente peligro norcoreano, la "necesaria" perpetuación y refuerzo de la OTAN, la escalada retórica contra Irán, el apoyo incuestionable a Ucrania o el conflicto palestino-israelí, hasta llegar a una cada vez más latente confrontación con China, el discurso estadounidense no ha variado prácticamente en nada. Respecto a la UE, el mensaje del vicepresidente Pence en Bruselas no ofreció ninguna variación sustancial acerca de las relaciones entre Europa y EE.UU, ni mucho menos la apocalíptica ruptura predicha por Donald Tusk.

Konstantin Kosachyov, jefe del comité de asuntos internacionales en la Duma, ha sintetizado con claridad el punto en el que se encuentra la administración Trump:
  
"Incluso una disposición para un diálogo con los rusos se ve en Washington como un crimen del pensamiento. O Trump no ha encontrado una independencia que estaba buscando, y está siendo acorralado gradualmente, o la rusofobia ha infectado a la nueva administración de arriba abajo".(2)

Los principales medios de comunicación implicados en una campaña sin precedentes contra el nuevo presidente estadounidense pierden así una de las bazas principales con las que jugaban, reclamando la continuidad de las principales líneas de actuación de la política estadounidense, y realmente reivindicando la vigencia de un agotado mundo unipolar dirigido rígidamente por Washington; es lo que Trump ha hecho.

Para gran parte del establishment estadounidense, del que los principales medios forman parte integral, las únicas relaciones validas de Estados Unidos para con Rusia son aquellas que se miden en términos militares y que se traducen en enormes contratos; el reciente anuncio de Alemania y Francia para la formación de una fuerza conjunta de aviones de transporte KC-130J Super Hercules, fabricados por la estadounidense Lockheed Martin, es la última prueba del enorme complejo de intereses que confluyen en la OTAN. (3)

En definitiva, es probable que las enormes presiones de estos lobbies ya hayan obligado a recular a Trump.

Ciertamente Trump pareció arrancar su mandato derribando algunos de los pilares clave de ese dominio, abandonando alguno de los grandes tratados de libre comercio que los propios EE.UU habían abanderado. Pero pronto se ha topado de bruces con una férrea realidad al tocar la línea de flotación de la CIA, mediante su intento reforma del Consejo de Seguridad Nacional para tratar de excluir al jefe del Estado Mayor Conjunto y al director de la CIA, medida aún todavía pendiente de posibles enmiendas.

Por tanto, un capítulo, el de las guerras intestinas entre Trump y los resortes de la Inteligencia estadounidense, que ya se ha cobrado como víctima al asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, por sus conversaciones supuestamente ilegales con el embajador ruso en EEUU.
Así que por el momento, la postura de Trump y sus nuevos colaboradores parece haber vuelto "al redil"; la nueva representante estadounidense en la ONU se apresuraba en apoyar la renovada ofensiva del régimen de Kiev sobre Donbass, acusando irrisoriamente a Rusia de ser la responsable de la intensificación del conflicto. El propio Trump respaldaba esta actitud con declaraciones altisonantes sobre Crimea a modo de amenaza, sugiriendo que la postura de Obama frente a Rusia había sido demasiado "blanda". De hecho, la representante estadounidense en la ONU lo traducía en hechos cuando anunciaba el mantenimiento de las sanciones contra Rusia mientras los rusos no "renuncien" a Crimea.

No se trata únicamente de Trump. La gira reciente del vicepresidente Pence, tampoco ha sido dedicada a profundizar en los famosos "puntos de convergencia" ni en la "normalización de las relaciones con Rusia", si es que en algún momento llegara a producirse. Por el momento, Pence ofreció su respaldo a Ucrania, manifestando que EEUU debe pedir responsabilidades a Rusia y exigir que respete los acuerdos de Minsk, a la que señala como responsable de la guerra en el Donbass.

De hecho, la reunión del nuevo secretario de Defensa Mattis en Bruselas parece haber revitalizado a la OTAN, previa exigencia de un significativo aumento del gasto militar europeo y pese a que entre 2015-2016 la OTAN aumentó su gasto militar en un 3,8%, unos 10 000 millones de dólares. (4)

Recurriendo nuevamente a declaraciones de Trump, quien llegó a amenazar con que Estados Unidos solo cumpliría con el compromiso de defensa colectiva (el famoso artículo 5) con los países que estuvieran "al corriente de pagos", Mattis apuntaba a Alemania al exigir más dinero.

Alemania destina al presupuesto de defensa un 1,2% del PIB. Para alcanzar el exigido 2% en 2020, el presupuesto tendría que crecer alrededor de 22.000 millones de dólares; para otros países con verdaderas dificultades fiscales, como Italia o España, ese significativo aumento, unido a las normas presupuestarias de la Unión Europea, no auguran sino una mayor degradación del gasto social de los estados. (5)

En dicha reunión se encontraba la ministra de Defensa española, María Dolores de Cospedal para reiterar a la OTAN su compromiso de aumentar el gasto militar español hasta el 2% del PIB en el 2024, frente al "oficialmente" 0,91% actual. Entre otras cosas, ya se ha aprobado el primer despliegue internacional de los Leopard y Pizarro del Ejército español , que se efectuara en Letonia a partir de mayo y como parte del contingente de la OTAN. (6)

Y mientras, los despliegues de tropas estadounidenses en Europa Oriental se mantienen inalterables, desde los Países Bálticos hasta Rumanía y el Mar Negro, con constante actividad de la Alianza. Lejos de lo que una vez Trump calificó como "obsoleta", James Mattis aseguró que para Estados Unidos la OTAN sigue siendo "fundamental" y que "debe seguir transformándose para adaptarse a lo que sucedió en 2014, año del viraje en el que nuestras esperanzas de alguna forma de asociación con Rusia resultaron infructuosas". (7)

Definitivamente, si Rusia esperaba algún apreciable cambio de postura frente a Rusia de la mano del nuevo presidente de EE.UU, quizás ya haya percibido que eso no vaya a suceder.

Respecto a Oriente Medio, Israel ha presionado a Trump y a su nuevo gabinete (ya de por sí suficientemente pro-israelí) para tratar de revocar los históricos acuerdos nucleares alcanzados con Irán; involucrando a EEUU, Netanyahu intenta crear una verdadera alianza contra Irán, que incluye a los aliados estadounidenses en la región como son Arabia Saudí, Qatar, EAU y Bahrein. Un nuevo punto de fricción no solo con Irán, sino con Rusia, que apuesta firmemente por el eje Moscú-Teherán-Pekín, saliendo al paso de las acusaciones estadounidenses contra Irán. Después de que Trump calificara a Irán como “el más grande estado patrocinador del terrorismo”, la respuesta rusa, contundente y sin precedentes, llegó de la mano de Lavrov, quien destacó el papel fundamental de Irán y Hezbolá en la lucha contra el terrorismo en Siria.

En los campos de batalla de Siria, Irak y Yemen, será interesante observar la evolución de las relaciones entre la Turquía de Erdogan y Trump, pues tendrán directas consecuencias en la cuestión del apoyo estadounidense a los kurdos o la intervención de EE.UU cara a una hipotética ofensiva sobre DAESH en Raqqah, de igual forma que habrá que observar si EE.UU intensifica operaciones en Yemen.

En Asia, tampoco se aprecian gestos de distensión; tal vez, todo lo contrario, comprobándose que  Trump no solo no abandonará el llamado "giro hacia Asia" que inició Obama, sino que apuesta por el aumento del protagonismo militar estadounidense en la región, donde ya se estacionan cerca de 80.000 soldados estadounidense.

James Mattis visito Japón y Corea del Sur a inicios de febrero para estrechar vínculos; a Japón le prometía el compromiso para defender las islas Senkaku en caso de que China intente apoderarse del archipiélago, que China denomina Diaoyu; en Corea del Sur, recalcó la importancia del previsto despliegue del sistema antimisiles  THAAD en este territorio, con valor estratégico, y que China ve como una clara amenaza para su seguridad y no tanto como contención hacia Corea del Norte. (8)

En definitiva, ¿con qué argumentos creíbles se puede afirmar que las agresivas directrices principales de la política exterior estadounidense se vayan a ver modificadas con Donald Trump?. 

NOTAS:
(1) http://www.huffingtonpost.es/2017/01/31/tusk-trump-amenaza-mundo_n_14520578.html
(2) http://www.independent.co.uk/news/world/europe/nato-summit-us-russia-donald-trump-james-mattis-brussels-vladimir-putin-tillerson-a7584451.html

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